
Colombia participó con 20 deportistas en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.
“Los pasajes aéreos de los 20 deportistas integrantes de la delegación nacional tuvieron que ser pagados a crédito por la crisis económica del país”
Tras su excursión en tierras romanas, los Juegos Olímpicos se llevaron a cabo por primera vez en un país asiático y como era de esperarse fueron objeto de una excelente organización que permitió apreciar un gran avance en el nivel técnico de los deportistas y del deporte mundial.
En los años previos a la competencia, Tokio fue reconstruida y convertida en una de las ciudades más modernas del mundo, con un gasto de más de 1.800 millones de dólares la capital nipona se reedificó, dotándose de las más modernas infraestructuras existentes: una red de autopistas, un monorriel aéreo que unía el aeropuerto con el centro urbano, un nuevo trazado para todo el casco urbano y una villa olímpica para alojar a todos los deportistas.
Una de las 93 delegaciones que desfilo el 10 de octubre de 1964 en el estadio olímpico de Tokio fue la de Colombia, que otra vez, como en olimpiadas anteriores, había hecho notables esfuerzos para reunir los fondos y medios económicos que les permitiera a sus deportistas participar y representar al país con dignidad.
Para recoger el dinero necesario para el viaje se realizaron donaciones, pruebas atléticas, festivales musicales, rifas, orquestas y maratones artísticas, todo con un mismo objetivo: la participación de la delegación colombiana en las justas deportivas de Tokio 1964. Los pasajes aéreos de los deportistas que participaron en estas justas olímpicas fueron pagados a crédito, debido a que los auxilios oficiales no se habían hecho efectivos.
Por esa misma razón, el grupo que viajo a la capital nipona fue de 20 deportistas, todos hombres, que participaron en cinco deportes: Tiro, Pesas, Esgrima, Natación y Ciclismo. Sin embargo, Colombia no logró ganar medallas.
El abanderado de la delegación cafetera fue el esgrimista Emilio Echeverri, quien cumplía su quinta participación en unos Juegos Olímpicos y se convertía en el único deportista colombiano en ser abanderado de dos justas olímpicas, tras lo hecho en Roma 1960.
Las esperanzas colombianas se basaron en obtener una medalla con los ciclistas Martín «Cochise» Rodríguez, Mario «Papaya» Vanegas y Rubén Darío Gómez; al final, «Papaya” fue el mejor ciclista colombiano en las justas olímpicas después de ubicarse quinto en la velocidad pura, la actuación más destacada de un ciclista colombiano en unos juegos olímpicos hasta ese momento. Por otra parte, Rubén Darío Gómez logró llegar de 12 en la prueba de ruta, pero fue injustamente reclasificado en el puesto 69.
A diferencia de Olimpiadas anteriores, donde los deportistas colombianos habían quedado muy lejos de sus marcas personales y nacionales, dos deportistas, el atleta Pedro Grajales y el nadador Julio Arango, lograron mejorar sus marcas y de paso imponer nuevas marcas nacionales: Arango, de solo 14 años de edad, superó las marcas nacionales de 400 y 1.500 m libres, convirtiéndose la segunda mejor marca suramericana de la época; Grajales fue el primer atleta colombiano que pudo pasar de la primera eliminatoria y en los 400 m planos logró un meritorio 47 segundos y 2 décimas.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 también serán recordados como los primeros Juegos Olímpicos que se transmitieron a todo el mundo por televisión, gracias a los enlaces vía satélite, reforzados con todo el potencial japonés en técnica, tecnología y electrónica. Además, por primera vez se utilizó el cerebro electrónico para procesar los resultados de las competencias y enviarlos a los diferentes países; así mismo se oficializó el cronometraje eléctrico para las competencias que necesitan determinar un tiempo de competencia.